Al curso siguiente Miguel empezó primero de infantil, con una maestra nueva y casi todos sus compañeros de el año anterior. Su maestra ya conocía a Miguel y sabía de sus dificulatades. El inicio fue dificil, sobre todo para ella, ya que Miguel no obedecía apenas, su comprensión del lenguaje era muy limitada y no entendía las órdenes. Ella tuvo que tomar algunas medidas como cerrar la puerta de clase con llave los primeros días, Miguel sólo quería ir al patio a jugar y cuando quería se iba. Con esta medida aprendió a que no se podía salir, después de un tiempo esta medida ya no fue necesaria. La maestra se tomó bastante interés, pero se sentía agobiada porque apenas podía trabajar con él, me explicaba que trabajaba con todos los nenes, les daba la ficha y mientras éstos la iban haciendo ella tenía un poco de tiempo para trabajar con Miguel. Aún así me decía que era muy poco tiempo y que le sabía fatal. Yo siempre intentaba tranquilizarla, ya que de momento mi intención era que Miguel permaneciese integrado, por lo que los demás niños le pudiesen aportar. Ella usó las estrategias que pudo para mantenerlo sentado, se dió cuenta de que Miguel se fijaba en un cuento gigante que tenían en clase de Mickey Mouse, así que al entrar a clase se lo ponía en su sitio para que permaneciera sentado mientras organizaba la llegada a clase. En enero de ese curso por fín nos dieron el diagnóstico de Miguel, la primera medida que tomamos fue ponernos en contacto con diferentes profesionales expertos en autismo para trabajar con Miguel. Entre todos ellos escogimos a Paloma de la que ya os he hablado. Además nos hicimos socios de una asociación de autismo y pedimos que fueran al cole a orientar un poco a la maestra. Pero la mejor ayuda que le dimos fue conseguir que Paloma pudiera entrar en la clase de Miguel dos días a la semana, ella organizó todos los entornos traduciendo todo a imágenes consiguiendo que Miguel pudiera comprender un poco mejor las cosas. Le hizo horarios estructurando el tiempo de Miguel, enseñándole a anticipar que iba a ocurrir, le dió pautas a la maestra, le mostraba cómo podía trabajar con él, como debía mostrarle la información, cómo reforzarle, además enseñó a los niños cómo podían jugar con Miguel. Siempre he pensado que la entrada de Paloma en el aula de Miguel fue vital para mantener su integración, ya que enseñó a todos que Miguel podía hacer muchas cosas. Además sacaba a ratitos a Miguel del aula para hacer trabajo individual, le redujo los tiempos de patios aprovechando este tiempo también para trabajar. Por otra parte Miguel contaba con el recurso de la PT del cole que lo cogía 5 horas a la semana para trabajo individual. Tanto la maestra como la PT siempre me dijeron que Paloma les ayudó a entender más a Miguel y qué debían trabajar con él. Paso el curso y Miguel cogió el verano con muchas ganas, las vacaciones siempre le han encantado.
sábado, 1 de noviembre de 2008
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4 comentarios:
Arturo el curso pasado no se fugaba de clase. Este curso sí, y además les dice adiós con la mano. También han puesto un cerrojo..Jajajaj!!las vacaciones nos gustan a todos...
Ay, lo del pestillo en la puerta es algo a lo que todos hemos tenido que recurrir en algun momento, pero cómo bien dices en la entrada sólo suele ocurrir en períodos de adaptación, hasta que se van adaptando a las rutinas de la clase.
Leyéndote veo que tuviste una gran suerte al poder introducir una persona de apoyo en el aula. Ciertamente es una gran idea ya que estructura y guía al profesorado. El problema es que la administración no siempre permite estas cosas y además tienes que dar con un profesorado abierto al que no le importe tener personas ajenas en su clase, y... desgraciadamente no es lo habitual, pero me parece muy positivo que se publiquen este tipo de experiencias para que puedan ver los buenos resultados obtenidos...
Saludos
Saludos
Hola Esther, está genial que les avise diciendo adiós con la mano, Miguel en aquella época de conciencia del otro tenía bien poca, uf! mirando atrás veo todo lo que ha evolucionado y es estupendo. besitos Inma
Hola Lucía, el hecho de permitirme que Paloma entrara al aula fue clave para Miguel. Como supondrás no fue fácil, a la maestra la tuve de mi parte desde el principio, hubo más problemas con el colegio, como sabes Inspección no lo consiente, pero hicimos la prueba y se dieron cuenta de que era beneficoso para todos, en primer lugar para Miguel, para la maestra y también para el resto de alumnos. Muchos niños con autismo necesitan un apoyo constante en el aula para que la inclusión sea realmente efectiva, no un mero acto de presencia. Un saludo Inma
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