domingo, 23 de marzo de 2014

Fallas 2014

Si me preguntaran como describiría a Miguel estas fallas, todo serían adjetivos como impresionante, increible, estupendo... y es que cada año las vive con mayor intensidad.
Desde aquellos principios en los que oir un petardo le suponía un estrés brutal, hasta hoy que es el rey de la mecha.



Miguel tiene el tiempo estructurado en base a lo que es significativo para él. Cuando empieza el curso es como si fuera el principio de todo. Y en esta época es cuando empieza a nombrar su calendario particular. 
"En diciembre Navidad, después el cumpleaños de Miguel, después las Fallas, después la Primavera a Dinópolis y después el verano a la playa" Así resume él el calendario anual y en base a eso maneja el resto del tiempo. Así que como veis las Fallas aparecen en su calendario, porque son muy significativas para él. Cuando pasa su cumpleaños que es a principios de Marzo, ya empieza a decir "Las fallas, ya falta poquito" y cuanto más se acercan, empieza a recordar lo del año pasado y a calentar motores "compraremos los petardos, la mecha, Miguel" "Veremos las fallas" La mascletá Miguel" y esta serie de frases se las cuenta a todo aquel con quién se encuentra.
Así que cuando por fin llegaron las Fallas, se colocó la sonrisa en la boca y a disfrutar. Hemos andado muchísimo, viendo fallas por aquí y por allá, pero Miguel parece incansable, siempre va delante de todos y a menudo hay que decirle Miguel más despacio! porque nos lleva con la lengua fuera


El tema de los petardos parece increible. Miguel cuando era pequeño tenía pavor al ruido y año tras año, ha ido mejorando su tolerancia al ruido hasta niveles insospechados. He de decir que en Fallas la desensibilización sistemática se da sin planificación previa, porque hay petardos por todos los rincones de la ciudad tanto de día como de noche. Miguel empezó hace años acercándose al ruido cuando Roberto su hermano empezó a tirar petardos, primero los oidos tapados y mucho miedo, pero fue perdiendo el miedo y acercándose a mirar a Roberto, despertó su curiosidad y hasta se atrevía a encender las bolas de humo, que no hacen ruido y tiran humo de colores muy visual y muy bonito. Poco a poco llegó a tirar fuentes y otros petardos con sonido y aunque corriendo se tapaba los oidos, le gustaba tanto tirarlos que le compensaba taparse. Este año se ha salido, sigue con algo de miedo, los petardos más suaves los soporta sin dificultad, le encanta encenderlos con la mecha y tirarlos. Por otra parte es prudente con la mecha, alejándose de la gente para tirarlos, mirando que no pase nadie y preguntando si lo puede encender.



Es innegable que Miguel tiene dificultades con el ruido cuando el nivel de decibelios sobrepasa un límite. Pero aún así le importa más estar en el lío, en la fiesta, con la gente, en la calle, que el dolor o molestia que le supone el ruido. Por ejemplo en la mascletà, en la que se tiran petardos con muy alto nivel de ruido, durante minutos unos detrás de otro y en donde el nivel de ruido hace retumbar hasta el suelo, Miguel insiste en ir y en estar, pero necesita que uno de nosotros le tapemos los oidos fuerte y además él pone sus manos sobre las nuestras, para amortiguar un poco más. Pero con esta medida, él las disfruta con la misma intensidad que el resto de la gente.



Para acabar este resumen de las Fallas de Miguel, no puedo dejar de contar lo bien que se ha adaptado a todos los planes que hemos hecho, pasear a ver fallas, comer en casa de amigos, cenar en bares, ir de un lado para otro, etc. eso sí, él necesitaba llevar siempre la mochila con los petardos, y saber que después de hacer algunas cosas iríamos a que tirase petardos a su aire.
Se ha adaptado tan bien a todo que nos dejó con la boca abierta, una de las noches en la verbena de la falla de unos amigos. Sin dificultades ante la música tan alta, cantando muchas de las canciones y bailando sin parar, y eso que eran las 2 de la madrugada!! El a diario a las 10.30 dice "a la cama Miguel" 
Pero ya digo que estas fallas solo pueden tener buenos adjetivos para Miguel. 





Además me pareció muy significativo que al día siguiente a los abuelos y a los tíos, nada más verlos les dijera, "Miguel la música baila, muy bien!!!" 
Miguel sólo se incluye en la sociedad disfutándo muchísimo de cada cosa.
Para acabar la fiesta le contó a todo el mundo que por la noche se quemaba la falla pequeña y la falla grande y que después vendrían los bomberos para apagar el fuego. Vimos la cremà infantil y fuimos a casa a cenar, reventaditos de todas las fiestas, pero Miguel lo tenía clarísimo "Miguel el pijama nooooo, se quema la falla grande siiiii" Así que el padre se lo llevó junto a Inma, para ver quemar la falla grande y por fin poder descansar.

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