sábado, 24 de septiembre de 2016

La empatía de Miguel

Desde que Miguel era pequeño hemos trabajado sobre la empatía. A pesar de sus muchas dificultades, nos demostraba que a un nivel muy básico si tenía empatía. Con 4 años cuando aun no tenía lenguaje, si me enfadaba con su hermano venía rápidamente y me estiraba la boca para dibujarme una sonrisa. Necesitaba constantemente un ambiente estable y tranquilo. Si yo me enfadaba, él se alteraba, por lo que asoció que cuando yo sonreía, el se encontraba bien.
Muchas veces resultaba bonito y gracioso y otras muy estresante, porque era como un detector, al menor tono que no fuera amable y tranquilo, lo tenía encima de mi cara. Si por ejemplo me quemaba cocinando o me cortaba y decía algún improperio, venía como una bala a dibujarme la sonrisa. Recordándolo lo veo precioso, pero os aseguro que en aquellos momentos, muchas veces no lo era.

Como sabéis la empatía se trabaja siempre en todas las etapas de desarrollo de las personas con autismo, con Miguel también. Si bien es cierto que por sus dificultades de lenguaje, es difícil profundizar mucho, ya que existen infinidad de matices en la empatía para los que la comprensión del lenguaje es necesaria. Miguel tiene grandes dificultades en comprensión del lenguaje, así que a muchos matices no llegamos, pero a los que si que llega, nos lo hace saber.

Este curso pasado con la situación del cancer, ha vivido muchas experiencias que en circunstancias normales, no habría vivido. Ya os hablé de ellas en la entrada Está malita mamá

El tiempo pasa y yo cada día me encuentro mejor, en casa la vida ha vuelto a la normalidad, Ha empezado el instituto, lo recoge Roberto padre todos los días, yo me he incorporado al trabajo, sus hermanos a sus clases... pero queda alguna pequeña circunstancia. Por mi parte necesito un poco más de tiempo de recuperación y de momento me canso mucho, mucho, como además he retomado todas mis actividades, pues al llegar la noche estoy baldada y Miguel lo ve. Por otra parte mi brazo izquierdo aunque es muy funcional, sigue con la sensibilidad alterada, cualquier roce hace que de un respingo y si alguien me coge el brazo, tengo dolor. La movilidad también está un poco limitada. Aun así yo procuro hacer vida normal y no quejarme. Seguro que la fuerza la iré recuperando poco a poco y llevaré el brazo lo mejor posible.

Pero Miguel por la experiencia del curso pasado está atento a todo y viene a mi muchas veces, me da un beso suavito en el brazo y me dice "Al médico mamá por favor, el brazo, tiene sangre, la tirita" Evidentemente no tengo sangre en el brazo, ni herida evidente, la cicatriz está en la axila, por lo que no se ve. Este detalle de hablar de dolor, sobre algo que no tiene características físicas propias (como una herida), para Miguel me parece muy importante. En muchas ocasiones viene a cogerme del brazo y cuando se está acercando se da cuenta y cambia de lado.

Me demuestra así su empatía, como sabe que tengo dolor y cómo le busca solución. Se pone en mi lugar, se toca el brazo y me dice "duele el brazo mamá" y muestra claros sentimientos de empatía.

Por mi parte siempre le quito importancia, "ya está casi curado Miguel", porque le produce estrés y se que se puede llegar a angustiar, algunos días me lo dice muchas veces y eso también me preocupa. Veremos como vamos avanzando...

Miguel nunca deja de sorprenderme, admiro su capacidad para aprender, para observar, para explotar sus pocos recursos, y multiplicarlos de esa manera.