Hace unos días Miguel me dio un susto horrible, hasta ahora que me he tranquilizado no he podido escribir sobre ello.
Todos los días por la mañana llevo a los niños al colegio, primero vamos al colegio de Inma, Miguel, Inma y yo. Acudimos a la fila hasta que llega su maestra, una vez llega, Miguel y yo salimos deprisa, deprisa a su colegio que está a unos 5 minutos. Ambos entran a las 9 con lo que no nos podemos entretener, estar en dos sitios a la misma hora es realmente complicado. En esta rutina diaria Miguel siempre va unos metros por delante de mi, en cada esquina se para y me mira, si voy él sigue adelante y si no me ve, regresa unos pasos hasta que me localiza. El paso siguiente es cruzar el semáforo, aquí se para y hasta que no llego no cruza. Bueno pues el otro día, hicimos la misma rutina, pero al dejar a Inma en la fila, no localizo a Miguel, recorro el camino hasta su cole, corriendo porque no lo veía pero segura de que estaba delante, porque es una rutina muy aprendida y que no cambia porque sí. Llego hasta el semáforo y Miguel no estaba, me empiezo a asustar, vuelvo al cole de Inma y veo que el patio ya está vacío y Miguel no está, empiezo a correr hacia su cole de nuevo y pienso que igual ha cruzado, sería muy extraño pero siempre puede haber una primera vez. En esta carrera varias madres del colegio de Inma, me ven y se distribuyen por el barrio para localizarlo. Llego hasta su clase y me dicen que allí no está. La sensación de angustia es indescriptible, no puedo respirar, mi mente se bloquea, hiperventilo y todo esto corriendo por la calle, con las lágrimas cayéndome. Las mamás de la clase de Miguel y sus maestras también están en la calle buscándolo. Sé que Miguel no se ha ido a ningún sitio, tiene que estar en este trayecto, porque no le gusta estar solo y siempre está pendiente de si estamos cerca. De nuevo vuelvo al cole de Inma, acelerada, atacada, desesperada, ¿dónde está mi niño? Oigo el móvil e intento cogerlo, mientras corro, miro por todas las direcciones y al final se corta la llamada. Veo un mensaje en el contestador, es el jefe de estudios del cole de Inma y Roberto, Miguel está con él. Llego al cole y lo veo de su mano, Miguel se me acerca y me dice "muy mal, muy mal, no estoy contento" es lo que esperaba que yo dijera. Y así es le digo, si muy mal Miguel, y él insiste "muy mal, fatal", después cómo espera que yo esté muy enfadada me dice "no necesitas un abrazo" en positivo, es otra de sus ecolalias para cuando quiere un abrazo. Nos abrazamos, él está tan agobiado cómo yo, no puedo parar de llorar, la presión en el pecho es horrible, la ansiedad me supera. No puedo hablar ni con el maestro, que me trasmite toda su comprensión. Iniciamos de nuevo el camino a su cole, avisando a todas las mamás que están buscándolo. Miguel no se separa ni un centímetro de mi, vamos andando medio abrazados, él todo el camino "no pasa nada, no pasa nada" "mami, mami, no pasa nada" Es su frase para tranquilizarse, para tranquilizar a otros y para que todo vuelva a su lugar.
Al día siguiente me cuenta el maestro que una mamá, que desconozco, lo cogió de la mano y lo llevó a una clase. Sé de la buena intención de esa mamá, pensaría que su fila se le había ido o no sé qué. Me tranquiliza saber que Miguel no se ha ido de forma intencionada, aunque estaba segura de que no lo había hecho. Ahora me asusta que cualquier desconocido le dé la mano y él se deje llevar.