Cuando Miguel tenía dos años y medio empezó en un colegio de mayores, con infantil, primaria y secundaria y un aula de guardería a la que asistía. Comparado con la guardería anterior era un tremendo cambio, espacios muchísimo más grandes, niños pequeños y grandes por todas partes, más alumnos por aulas, etc. Miguel empezó sin demasiados problemas, él es un niño que dentro de su autismo acepta bastante bien los espacios nuevos. Miguel llegó controlando esfínteres y sin lenguaje. Esta entrada al colegio que supuso un gran cambio coincidió con el cambio a una nueva casa, en un nuevo barrio. Ahora pienso que aquello para él debió de ser terrible, un caos absoluto. Su realidad cambio totalmente, no conocía ni su cole ni su nueva casa. Aún así cómo él es un gran chico lo superó. Al mes de empezar el colegio, Miguel empezó a hacerse pipi encima. La maestra me pidió pañales y me dijo que así no podía estar. Aquello me sentó fatal, yo le explicaba pero ella no me entendía. Sólo me hablaba de que no hacía caso, que iba a la suya, que se hacía pipi,... Mis sospechas sobre el retraso de Miguel cada día tomaban más forma, por lo que me negué en rotundo a ponerle pañal. Yo no sabía que Miguel tenía autismo, pero sabía que un paso hacia atrás en él, significaría una regresión segura. Así que me moví, hablé con la psicóloga del colegio , le expliqué que estabamos pendientes de la evolución de Miguel, que no sabíamos que pasaba, aunque éramos conscientes de que algo había, le expliqué mi teoría sobre la regresión y sobre mi negativa a ponerle pañal. Y la verdad que me entendió y me apoyó, habló con la maestra, que dio un cambio radical, y empezó a hablarme en positivo de Miguel, de las cosas que iba haciendo, aceptó no ponerle pañal y estar más pendiente para llevarlo al WC, etc. En menos de dos meses Miguel volvió a controlar los escapes y el tema del pañal no se volvió a nombrar. La verdad que la maestra le cogió un montón de cariño, su cambio fue alucinante. Miguel se adaptó al colegio, controlaba todos los espacios, aunque le costaba seguir el ritmo de la clase, estaba integrado rodeado de lenguaje, de conductas sociales y de juego adecuado.
jueves, 9 de octubre de 2008
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