Miguel fue diagnosticado de Autismo con Disfasia asociada, a los tres años y medio. La comunicación de Miguel hasta este momento era bastante precaria. Utilizaba conductas instrumentales para realizar las demandas, señalaba poco y de una manera grosera. A nivel oral presentaba una especie de jerga ininteligible, que en realidad eran ecolalias de sus películas favoritas de Disney, (descubrimos esto porque en ocasiones acompañaba la jerga con los ademanes de los personajes y una aproximación a la entonación). No utilizaba nunca la voz para realizar demandas, era un juego interno que no utilizaba para compartir. Esto fue cambiando cuando descubrimos que era lo que realmente decía, ya que tanto su hermano, un año mayor que él, su padre y yo misma, nos fuimos aprendiendo los diálogos para poder entrar en su juego. No en todas las ocasiones pero sí en algunas nos dejaba participar y le hacía gracia que dijéramos lo mismo, iniciándose un principio de interacción que tenía todas las pistas de ir creciendo y evolucionando.
En ningún momento nos agobió el tema del lenguaje oral, después del paso del tiempo y de haber conocido a muchos papás que siempre hacen la pregunta del millón “hablará?”. Me sorprendo al reconocer que nosotros nunca a ninguno de los psicólogos ni terapeutas que trabajaron con Miguel les preguntamos esto. Sí por supuesto, todo lo referente a encontrar el mejor medio para comunicar, quizá el estar metida dentro de la Educación Especial y conocer que existen buenas alternativas al lenguaje oral, ayudó a no obsesionarnos con este tema. Sin embargo, he de reconocer que en este aspecto me agobiaba mucho que nunca me llamará “mamá”, pero hoy lo concibo más por lo que podría sufrir la relación y mis sentimientos, que por la voz misma.
sábado, 31 de mayo de 2008
CÓMO INICIAMOS LA COMUNICACIÓN
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