Poco a poco me fui dando cuenta de que le costaba probar comidas nuevas, realmente no se si fue una progresión en la que él fue restringiendo sus comidas o realmente simpre fue así y no supe verlo. Si salíamos a comer algún sitio con amigos, yo debía llevar su comida porque si no se quedaba sin comer. En casa nos dimos cuenta de que si habitualmente hacíamos un tipo de pasta concreto, macarrones por ejemplo, y un día se me ocurría hacer tornillos u otra pasta que no fuera la de siempre, ya no comía. Si en algún sitio le pedíamos macarrones que sabíamos se los comía bien y el color del tomate era algo diferente al de casa, ya no los probaba. Empezó a costarnos mucho trabajo salirnos de las mismas comidas, tenía verdaderos problemas para probar comidas nuevas. A pesar de ser un niño buen comedor no había manera de que probara algo diferente. Recuerdo una ocasión en la que Miguel tendría sobre tres añitos, él es muy goloso, le gusta el chocolate, y todos los dulces. En Valencia hay costumbre el día de Todos los Santos de comprar huesos de santo, que son unos mazapanes rellenos de yema que están buenísimos. En esa ocasión compramos los huesos, a Roberto le encantan y se estaba poniendo morado, a Miguel le ofrecimos pero como siempre cerró la boca. Le comenté a Roberto padre que me sabía fatal, que conociendo los gustos de Miguel, si los probara le encantarían, así que decidimos que debía probarlos como fuese, y lo sujetamos y a la fuerza se lo metimos en la boca, pobrecito mío, se revolvía porque no quería, pero pensamos que era algo que debíamos hacer. La verdad que el resultado fue sorprendente, cuando conseguimos meterselo en la boca y que lo tragara, se soltó rápidamente y se fue corriendo a la bandeja a por otro. La verdad que nunca más le hemos hecho probar a la fuerza las cosas porque no lo considero adecuado. Pero aquello quizá le demostró que hay cosas buenas que no conoce.
Esta inflexibilidad por las comidas duró bastante tiempo, no supuso un problema muy grave ya que la comida habitual de casa y la del cole la comía bien. No tenía bajo peso y su crecimiento era adecuado. Aún así hubo un tiempo en que Miguel se mostraba muy inflexible ante la comida, además tenía algunos rituales que fueron difíciles de cambiar, cómo por ejemplo que sólo comía de su plato, si poníamos una ensalada o una badeja de papas en el centro de la mesa era incapaz de probarlo, sin embargo si yo le ponía un poco de lo del centro en su plato se lo comía tan a gusto. Poco a poco fuimos trabajando estos aspectos, en futuras entradas contaré como lo fuimos haciendo y los resultados que obtuvimos.
Yo con mi Abraham tengo un problema con la comida, que todo debe ser molido, no quiere nada entero
ResponderEliminarHola Tamara, lo más importante es que creas en Abraham, hay que seguir y seguir intentando las cosas. Nosotros con la inflexibilidad de Miguel con las comidas, lo pasamos un poco mal, pero poco a poco él fue aceptando más variedad. Un abrazo Inma
ResponderEliminarEs un tema amiga! Con los tres mios tengo problemas con el tema de ser flexible o no con la comida. Antes nuestras madres eran tan diferentes!!
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